Hace más de tres siglos y medio, un día como hoy nacía Isaac Newton. uno de los científicos y filósofos británicos más importantes, con infinidad de obras como la que mencionaré: De mundi systemate (1728). No sin antes enlazar la contextualización del periodo, las inovaciones que se hacían cada vez más presentes, de la obra de Newton y como no, de su pensamiento y vida. Todos estos elementos se presentan como lazos con una fuerte resistencia, que nos reviven el pasado.
El paso del
siglo XVIII, se produce en la agitación del pensamiento científico, promovido
por los sectores intelectuales que mayor inconformidad presentan ante la realidad en la que viven, y sobre todo,
hacia las explicaciones que se les otorgan sobre ella. La llegada de la
Ilustración, o también conocida como el Siglo de las luces, asentado
cronológicamente a lo largo del siglo XVIII, implantará una nueva visión en el
pensamiento, mejor dicho, la conclusión de manera teórica y práctica de todos
los avances científicos anteriores.
Isaac Newton nació en 1642 en una
aldea de Lincolnshire en el seno de una familia acomodada, pero la prematura
muerte de su padre, hizo que su madre contrajera segunda nupcias con un
reverendo que le influiría en su pensamiento. Estudio en el
King´s School, donde comenzó su deseo y ansias de estudiar, y como no el
nacimiento de su personalidad competitiva, lo que le haría conseguir una plaza
en la Universidad de Trinity College de Cambriedge en 1966, donde estudió los
principios aristotélicos. Su espíritu deseoso de más conocimiento le llevo a
una posición en pro de la investigación experimental de la naturaleza por uno
mismo, solo con la ayuda de la herramienta que más conocimiento le aportaría:
la propia observación.
Como
consecuencia de la peste de 1665, la univerdidad cerrao por un periodo de dos
años en los que para Newton supusieron un gran avance en cuanto a su tendencia
experimental, que le llevaría a dar los primeros pasos de sus logros más
importantes como fueron: la teoría de los colores, la atracción gravitatoria
–bajo la famosa imagen de la caída de la manzana-, la teoría de la luna…
En la década
de los años setenta del siglo XVIII comenzó a escribir sobre sus avances en el
cálculo infinitesimal, publicado años más tarde.
Centrado en el
tema de la óptica, le llevo a estudiar y publicar la naturaleza de la que está
compuesta la luz, descubrimiento que fue defendido por su autor, contra el
mismo Hooke, y tras la muerte de este fue cuando pudo hacer pública la obra óptica en 1704.
Mostro un gran
interés por la alquimia y los tratados bíblicos, debido a la influencia a la
que se vio sometido por el pensamiento cartesiano que reducía la observación en
materia y movimiento, y la primacía de los espiritual en las operaciones de la
naturaleza.
Entre sus obras
destaca: Philosophiae naturalis principia mathematica; Optica, Principia…
De
personalidad desconfiada y su obstinación por diferenciarse de las demás
personas es lo que ha hecho que se le calificará de neurótico; descripción que
será abalada por los traumas infantiles. A inicios del siglos XVIII obtuvo una cátedra en la universidad en
la que había estudiado, pero que renuncio por el alejamiento a la actividad
científica que se produjo cuando se afinco en la ciudad de Londres. Tras esto,
Newton, fue elegido presidente de la
Royal Society, condecorado con el título de Sir.
A parte de su dura personalidad, gozo de buena salud hasta la
llegada de la década de los veinte del siglo XVII, donde comenzó con varios
problemas como infecciones, siendo su situación empeorada con un cólico
nefrítico, que le causó la muerte en 1727.
De
Mundi Systemate se tratad de la primera versión del tercer libro que
componía su obra principal: los Principia.
Al año de la
muerte de Newton, en 1728 se produjo la publicación de esta versión, versión
que había sido desestimada por el propio autor por parecerle escrita en un tono
popular, desacorde con su contenido matemático, y con la redacción de los otros
dos libros del Principia. Por este
motivo, la versión fue descartada, pero conservada en sus archivos, y en su
lugar se reelaboro, bajo un lenguaje más matemático y con el uso frecuente de
términos de carácter técnico, otra versión que es la que aparece en la obra.
En esta
primera versión del tratado, mediante un lenguaje más comprensible para
aquellas personas que no se encuentran
tan relacionadas con el mundo matemático, hace pública su descubrimiento sobre
los movimientos de los astros en torno al Sol y de las fuerzas y efectos que
necesita para ejecutarse.
Este tratado
se asienta sobre tres puntos importantes y trascendentales: en primer lugar se
establece la teoría del movimiento de
los astros por medio del cuadrado de las distancias mutuas que hace que la
gravedad -las fuerzas de estos- se rijan por las leyes del movimiento. En
segundo lugar sobre los movimientos de la luna y la relación entre esta, la
Tierra y el Sol, dando pie a la teoría de la luna, algo necesario para entender
un elemento intrínsecamente vinculado a
la gravitación, y que son las mareas. En tercer lugar se centraría al estudio
de los cometas en base a la demostración de que no son la excepción de la ley
del universo –sostenida por Newton mediante una relación, por una atracción de
cuerpo entre sí-, y por tanto sería fenómenos naturales bajo el manto de una
teoría o ley.
En su tiempo,
el tratado escrito por Newton, ayudo a
la implantación de una concepción solar del universo, es decir de una visión
heliocéntrica desarrollada por Copérnico, evolucionada gracias a la teoría del
movimiento elíptico de los plantes de Johannes Kepler, cuestionando, y
usurpando de modo legal, el sistema ptolemaico.
Analizando uno de los fragmentos de estau obra, nos plantea la idea que ya se
venía postulando, sobre todo por Kepler, de la atracción que ejercen los
cuerpos entre sí, pero la novedad viene en la depuración de esta atracción –la
aplicación de la Tercera ley del movimiento;
La fuerza que
efectúa un cuerpo respecto al otro –la atracción- es equiparable en la
distancia que les separa a la materia que contiene cada uno. “… la fuerza centrípeta sobre el cuerpo
atraído, a distancias iguales, es proporcional a la cantidad de materia de este
último, es razonable también que sea proporcional a la cantidad de materia de
los cuerpos que la atraen. Así, pues, la acción es mutua y hace que los cuerpos
se atraigan mutuamente.”).
Debajo de esta
idea se esconde una clasificación matemática entre lo que sería el cuerpo
atrayente y el atraído, aunque, solo es una definición, puesto que al ser una
atracción mutua no hay uno que domina sobre el otro, sino que la atracción es
proporcional entre ambos cuerpos.
Esta idea, de
la atracción – es decir de la teoría sobre la gravitación- la aplica a los planetas,
satélites y órbitas del universo: (Línea 15-18: “El Sol atrae a Júpiter y al resto de los planetas. Júpiter atrae a los
satélites, y por la misma razón los satélites actúan mutuamente entre sí y
sobre Júpiter y al resto de los planetas”). Esta
atracción, está compuesta por una atracción mutua, pero no por eso es doble,
sino que es única, como ocurre, como dice el texto entre el imán y el hierro. “…, sino una operación por la que el Sol
y Júpiter intentan acercarse entre sí,…”.
“…; el Sol pues, no es atraído
hacia Júpiter, sino que hay una sola acción intermedia por la que ambos tienden
uno hacia el otro. El hierro atrae al imán igual que el imán atrae al hierro,
pues todo hierro en contacto con un imán atrae también a otro hierro.”.
Estamos ante la obra de uno de los científicos
más destacados del siglo XVIII, Isaac Newton. La época en la que vivió esta
autor hay que caracterizada por tres elementos importantes: el auge de la
ciencia moderna –basado en las aportaciones anteriores-, la importancia del
puritanismo –factor que le dejo marcado todo su vida-, y el auge de la
economía, que tras un periodo de crisis en el mundo inglés, comenzó su apogeo
que vino de la mano de la introducción del capitalismo, debido al auge del
comercio (reexportación, industria textil, o intercambios con la India). La Inglaterra
del siglo XVIII, se presenta como la protectora e impulsora de la ciencia
moderna apoyada gracias a la creación de la Royal Society, y a la figura de
Francis Bacon.
La religión es
uno de los aspectos que relacionan los comentarios anteriores, ya que en un
mundo religioso por naturaleza, la influencia de esta en el pensamiento
científico ocupa un lugar importante, ya que aunque todo tenga una explicación
demostrable por el método experimental, en sí mismo, el conjunto del universos
sería creado en primera instancia por un Ser creador –que bajo apariencias
distintas para cada uno de los intelectuales- es decir, por la acción divina
ejercida por Dios. En base a esta
idea, en el caso de Newton, éste entendía que el cosmos o universo era el lugar
donde la voluntad divina se hacía presente por medio de la naturaleza en sí, y
por las fuerzas que la dotan de movimiento y de vida. Esto no le impidió
descubrir la verdad de las Escrituras,
mal interpretada por los trinitarios.
La visión
mecanicista, que gracias a la aportación de Descartes consiguió prevalecer frente a la organicista y salir como única
vencedora, será en la que se encuentre el pensamiento de Newton, comparando al
universo con el mecanismo de un reloj. También influyo, la visión mecanicista,
sobre el estudio de la luz en 1666 –con la obra Optica-. En ella abala, frente a la idea religiosa, y aristotélica,
de que la luz blanca es única como símbolo de lo divino, que la composición de
la luz esta basada en la relación de una serie de partículas que formarían
rayos de colores que bajo su paso por un prisma de luz, se convertiría en luz
blanca.
La astronomía
seguirá siendo el eje central de las investigaciones, sobre todo con todo que
tenga que ver con el movimiento de los planetas, el sol…. Bajo este deseo –tal
y como comienza en el texto- en el que se han realizado estudios pero sin un
cálculo matemático que los recoja, comienza a estudiarlo. Los logros de los que
le precedieron ayudaran a un estudio más hondo del movimiento de las esferas,
astros…, sobre todo gracias a la aportación experimental de Galileo sobre el
aumento de la aceleración en la caída de los cuerpos. Los Principia publicados en 1704 eran unos
textos donde explicaba el movimiento de los planteas, los astros, la luna… por
medio de las leyes de la mecánica. Los cuerpos se atraían en relación con su
distancia, y esto que los atraía, fue denominado por Newton como “Gravedad”,
pero ni él mismo sabía todo a lo que podía englobar, por lo que se ha entendido
–para generalizarlo- como las fuerzas existentes entre los dos cuerpos celestes;
Esta atracción gravitatoria fue validad por su comprobación en la luna –confirmada
por Jean Picard, que estimo el radio de la Tierra-.
En virtud a la teoría de la gravitación, como relación entre las magnitudes y
relaciones entre ambas es lo que llevo al autor a estudiar las mareas, y de
estas su relación con el movimiento lunar. También se preocupó del estudio de
los cometas, a los que no consideró excepciones ajenas a su pensamiento sobre
la gravedad, e intento explicarlos como elementos naturales que enlazan con una
ley.
Aunque
la visión mecanicista era la triunfadora y la dominante en este siglo, muchos
autores, entre ellos el propio Newton, no apostaron porque todo fuera explicado
por estas leyes, ya que para ellos, y el autor en concreto, la religión tiene
un fuerte poder en este aspecto. El no ser mecanicista puro se trasluce en el
pensamiento, por el cual las interacciones realizadas por un Ser superior –en
relación con su arrianismo- que se había encargado de ordenarlo de una manera
específica.
No
hay que obviar un hecho importante. La visión que se ha tenido de Newton, fue,
a parte de la atención a su personalidad, doble: por un lado nos encontramos
con el científico, y por otro con el alquimista. Es en esta última faceta donde
más impresión nos causa. La alquimia venían siendo, desde el inicio del siglo
XVI una de las ciencias, o una de las materias que mayor interés causaban,
puesto que abalaba por el impulso a lo que sería la química. El
contacto con la alquimia, se mantuvo en secreto, puesto que era una algo bajo
condena –aunque en el siglo XVI había reyes, como es el caso de Felipe II,
Rodolfo II, que protegieron el desarrollo de esta rama del saber-. Su afición
por los elementos de la alquimia y sus sustancias le llevaron a escribir numerosos
escritos que la tenían como blanco, como es el caso de una obra importante: Index Chemicus.
Culminando con una de sus frases, donde alaba la paciencia como un talento extraordinario, por el cual se pueden conseguir grandes logros.
"Si he hecho descubrimientos invaluables, ha sido por tener paciencia que por cualquier otro talento."